20 de Agosto
LOS HIJOS SON COMO
LOS BARCOS
Al mirar un navío en el puerto, imaginamos que está en su
lugar más seguro, protegido por un fuerte ancla.
Sin embargo, sabemos que está allí preparándose,
abasteciéndose y alistándose para ser lanzado al mar, cumpliendo con el destino
para el cual fue creado, yendo al encuentro de sus propias aventuras y riesgos.
Dependiendo de lo que la fuerza que la naturaleza le
reserve, tendrá que desviar la ruta, trazar otros caminos y buscar otros
puertos.
Pero retornará fortalecido por el conocimiento adquirido,
enriquecido por las diferentes culturas recorridas. Y habrá mucha gente
esperando feliz en el puerto.
Así son los HIJOS. Tienen a sus PADRES, o sea el puerto
seguro, hasta que se tornan independientes.
Por más seguridad, protección y manutención que puedan
sentir junto sus padres, los hijos nacieron para surcar los mares de la vida,
correr sus propios riesgos y vivir sus propias aventuras.
Cierto es que llevarán consigo los ejemplos adquiridos,
los conocimientos obtenidos en el colegio, pero lo más importante estará en el
interior de cada uno:
LA CAPACIDAD DE SABER SER FELIZ
Sabemos que no existe felicidad inmediata, que no es algo
que se guarda en un escondite para ser dada o transmitida a alguien.
El lugar más seguro para el navío es el puerto. Pero no
fue construido para permanecer allí.
Los padres piensan que serán el puerto seguro de los
hijos, pero no pueden olvidarse que deben de prepararlos para navegar mar
adentro y encontrar su propio lugar, donde se sientan seguros, con la certeza
que deberá ser, en otro tiempo, un puerto para otros seres (los nietos).
Nadie puede trazar el destino de los hijos, Lo que sí
podemos hacer es tomar conciencia y procurar que lleven en su equipaje VALORES
como:
HUMILDAD, SOLIDARIDAD, HONESTIDAD, DISCIPLINA, GRATITUD Y
GENEROSIDAD.
Los hijos nacen de los padres, pero deben convertirse en
CIUDADANOS DEL MUNDO. Los padres pueden querer que haya siempre una sonrisa en
los hijos, pero no pueden sonreír por ellos. Pueden desear su felicidad, pero
no pueden ser felices por ellos.
LA FELICIDAD CONSISTE EN TENER UN IDEAL PARA BUSCAR Y LA
CERTEZA DE ESTAR DANDO PASOS FIRMES EN EL CAMINO DE ESE LOGRO.
Los padres no deben seguir los pasos de los hijos y los
hijos nunca deben descansar en los pasos que los padres alcanzaron. Los hijos
deben seguir desde el puerto a donde sus padres llegaron y como los navíos,
partir en busca de sus propias conquistas y aventuras.
Para ello, requieren ser preparados y amados, con la
certeza de que:
“QUIEN AMA EDUCA”.
¡Cuán difícil es soltar las amarras y dejar partir al
navío!… Sin embargo, el regalo de amor más grande que puede dar un padre es la
autonomía.
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